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“Anécdota Refractaria en la Grieta” - V

El estrépito final de nuestro placido orden llego cuando bien Muro y Yo ya nos acostumbrábamos a la vida sin presencia humana. Un estruendo insoportable, acompañado de un constante bramido de máquinas amaneció sobre el frente, estallido de vidrios, crujir de la estructura quejándose ante el primer golpe, vibraron los cimientos, los marcos se torcieron de obligación, una a una fueron arrancadas las paredes vecinas por feroces estampidas de acero en concreto, arrasadas, con dolor nos despedimos, luego un bulto dio en Muro y lo desgarro de arriba, desesperada mente aulló , todo fue demasiado confuso, sentí perder  la presencia. …Una  parte concentrada de mi yacía en el piso, en lo que vendría a ser un pedazo de Muro, el polvo cegó lo que podríamos haber visto de nosotros mismos, paso una araña a toda marcha hacia el fondo, solo sé que todo fue un caos, mezcla y destrucción, pulverizaron nuestras existencias y ahora solo queda  el vacío de una futura construcción o baldío eterno. Mi

“Anécdota Refractaria en la Grieta” -IV

Pasaron aproximadamente veintitrés giros de la luz y oscuridad, para bien una mañana de entre verano y primavera, cuando los vahos del florecer   verde rescatan en el aire su particularidad de brote continuo, encendiendo las sombras   bajo el sol en el suelo, con rápida expansión en las alturas y anchos perfiles, se escucho un motor en la llegada, pasos resonaron en el vecino corredor de la ventana, seguramente alguien, alguno u otros pertenecientes a la misma especie, dieron por comenzada la tarea, cubriendo las ventana con ventanas con listones de madera. Los pasos se alejaron y dieron por concluida la tarea, se   encendió el motor y el murmullo de la distancia recorrida se llevo sus presencias. La casa volvió a su estado de silencio y quietud, solo que ahora entre penumbras, los normales agentes de la casa , es decir los habitantes no humanos placían en justo cause sus remotas existencias, entre ellos Muro y Yo su Grieta. En la habitación, cuando en las afueras el luminoso día refu

“Anécdota Refractaria en la Grieta” -III

Otro día un semejante Alguno, seguramente percatado de mi presencia en Muro por el tibio hombrecito Alguien, intento exterminarme la presencia con objetos, removiendo en la casi totalidad de mi cuerpo externo. Quemo, soplando aire de fuego, escarbo con pica, destruyendo a ambos, Muro se quejo gravemente y dejo caer asiduamente su polvo para entorpecer la tarea del intruso metiche, que nada comprendía de nuestra relación y solo procedía como un Dios dueño y señor de nuestros destinos. Finalmente Alguno cubrió en las partes visibles en donde Yo habitaba en Muro, con un material sintético, muerto, pegajoso, caliente fue al comienzo, luego se fue enfriando y ala vez endureciendo. Por semanas tuve que luchar para no dejar de existir, un ejercito de neutros intentaban obstaculizar el reagrupar de mis composiciones, aunque no tardé en diagramar una inteligente celada hasta desplazar estrepitosamente a Piso los materiales artificiosos utilizados por un tal Alguno (Alguno) Luego del episodio c

“Anécdota Refractaria en la Grieta” - II

Entonces soy ese hueco en la pared (Muro), hija de caño roto, alimentada de meses de gotera, fue cuando las lluvias caen en octubre que deje brotar mi cuerpo hacia el exterior y fue allí cuando Muro me   descubrió y como un padre me recibió en las partes bajas de su inmensidad, cercana al vecino piso. La habitación donde vivimos es la menos soleada de la casa, según las valoraciones de los viajeros insectos que han dejado sus pareceres luego de una rápida fugaz – visita, u obligados por lo no propicio de seguir camino, teniendo en cuenta las inclemencias de lo diurno y lo nocturno en lo que a las diferentes naturalezas se refiere en especie y conveniencia, labor y oportunidad. Al no poder los caluroso rayos ingresar a la habitación por más tiempo, debido a la disposición creadora del constructor Hombre que le dio orientación en el plano, por ende ángulo y tomando en cuenta que los períodos mas secos del año favorecen también en el ciclo de mi crecida, derrumbando partes y permitiendo

“Anécdota Refractaria en la Grieta” - I

Muro era todo lo que a decir verdad Yo había conocido,   y sin su ancho concreto mi existencia erosiva no hubiera sido posible y esta anécdota de vida debo comenzarla así, con reconocimiento a Muro. Alguien podría mirar mi espesa profundidad, cara húmeda de escamas, donde es propicio el nacimiento y la rápida multiplicación de una gran variedad de hongos, ácaros y otro tipo de microorganismos que de nombres   por su cantidad y compleja denominación en el plano de la clasificación natural de lo mutable mi memoria de Grieta no puede retener (Muro) Ese alguien que podría mirar, miró un día y pudo decir. Desafortunadamente miró obligado por encontrarse en la manga un rastro de mi, rastro que se llevo al descuido cuando rozo a Muro y como Yo habito en Muro, por que así lo dispuso el orden de las cosas, con mi cuerpo plasti – forme, - no es que Yo sea una trepadora y me guste vivir en los demás o de los demás, claro que no. Y pudo decir: - ¿ Que hace aquí esta detestable Grieta, que con su