Acercamiento a Sísifo


Ascenso obligado en el malestar del acaso día, rumores de la drástica porfía, lo comenzado como una despedida, una parada y el número inscrito para la identificación a lo lejos en la distancia, el espacio sabe contraer destino y el tiempo su peor designio.
La  vibración hace de la costumbre un aquí constante, a veces  se olvidan los caminos que  trajeron  este itinerario de veces que es la vida, frágil como un impulso de todos los días, con un rostro que es apenas la huella de lo anterior y lo posible en la diáfana reconciliación de un instante que pretende ser memoria, confundir la desgana con la inercial costumbre, a caso el sin sentido de estar vivo en la eterna pendiente a donde los días  se acercan a la roca mortal de un castigo, en el planteo franco de una mirada es intentar subir con el peso impuesto hasta quien sabe cuando, rodar entre sudor y tensión, en un exigir de huesos y profundas respiraciones. El esfuerzo es estar vivo con sentido, no querer creer en los ayeres, cuando la roca resbala justo antes de llegar a  la sima y así concluir con un descenso de logro y no ver la inútil tarea en un resbalo y que la piedra caiga por donde sube, no poder mirar a este hombre y reflexionar en su momento de esperanza entre lagrimas, en que esto sea lo ultimo, que mañana será otra subida y el sueño no existe y es acaso lo imposible, nunca llega y en el descenso otra vez hacia la  piedra, sabiendo que espera ser remolcada,  lo absurdo, el hombre derrotado por el castigo de un Dios olvidado que creyó acaso haber ordenando el caos.
Así lo siento en el eterno retorno de las desvinculaciones mínimas que son un día aquí por estos lares como un sueño que se borrara cuando suene el despertador.  Insomnio.
                                GCz

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