Venganza de Crono


En la violencia acostumbrada del “a mi que me importa”, dos veces antepongo-me al sentido, la larga caravana del olvido arrastra con gestual rictus hacia otra mañana autómata, dos veces perniciosa, dos veces alejado en tan solo una despedida, como si las cantidades y sus cualidades no se disolvieran en el más eficaz rasgo del Tiempo, la indiferencia. Tal vez Crono nos hiera en más sentidos, en su máxima venganza borra todo rastro individuo, afectando la memoria, la capacidad de recordar, nos condena a la espiración efímera de los dioses últimos, acaso nuestros dioses, primeros condenados a olvidar y ser olvidados.

Ya en la frágil existencia con la raíz original inconexa de la mas reciente ramificación manifiesta, Crono vuelve a vencer aun desde el averno, según  acaso referencias inventadas por la imaginación del mito creado por fantasiosos  y que en algún punto llegaron a un acuerdo, dices del Dios padre castigado por sus hijos, el  cuarto de ellos señor del rayo, alardeo jactancioso prontamente desde el trono: “un orden divino”; y que pese al olvido en supuesta mortalidad necesaria, impuesta, soñamos la eternidad un día, que puede ser bien como una noche. Gracias a aquel entonces titan que nos regalo el fuego, para que no fuéramos completamente exterminados de la tierra, entonces podemos jugar en abstracción a ser inmortales, ese fue el ultimo elemento que necesito Crono para ejecutar su castigo, para proclamarse único vencedor, gran interprete del caos, en su aparente derrota nos convoca a ser devorados ante el menor descuido.

Inútilmente intentarían  seguir gobernando los Dioses últimos ante tamaño castigo imperceptible y copioso que corroe lentamente las existencias, desde lo mortal, el intento fue armarse de abstracción y mito, comienzo de la medición de las fragmentaciones observadas y así todo se consumiría reflejando la experiencia en repetidos módulos de diferentes puntos y comienzos de síntesis causales y antítesis estructurales que a la tesis de los relojes llenados entre fechas darían lecturas de calendarios astrales de una cronología inconclusa.

Entonces no recordando a nuestros dioses, embelesados por el conocimiento de nuestras experiencias inferidas, observadas, objetadas y renovadas hasta la vanidad y convenceros de ser Dioses de lo cotidiano, una fracción, tragando la fe, que es no creer en eso otro, lo ininteligible. Nuestras supuestas existencias como la de los antiguos dioses corrieron igual suerte, la indiferencia del Tiempo, no recordando, tragando deidades y formas de vida seguimos siendo el olvido de las creaciones olvidadas hasta quedar en permanente situación, tendidos en algún lugar, en algún instante, suspendidos en el error de la victoria, ahhh ese instante de vanidad, la peor debilidad de todos los seres.

Con el sentido extinguido de la recordación comienzo el final de esta reflexión, aunque la duda sea la única lucha pendiente que permite redimirnos ante nuestro castigo, en las impresiones mortales que buscan llamarse esperanzas, Crono vuelve a vencer, aunque sea tarde y un hombre camine bamboleándose por un pasillo en movimiento, implacable en su tarea, solicitando los pertinentes permisos de viajar, comienzo a revolver los recovecos posibles y no encuentro tal permiso, todavía me queda la chance  de sacar un permiso nuevo, pero quizás  ya no recuerde como se hace, finalmente todo se detiene y debo descender.    

                                                                                                    GCz

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