Acto de realidad profanado
Han traspasado los hechos, versiones
obligadas que a la larga derrotan, pero´s vituperantes y alergias concomitantes
de la proeza cotidiana, un “disculpe aquí” desmayo sus pasos al borde de un “casi
me doy cuenta”.
Re-decir, mezclar, un por decir
por-trecho, manifestó único ruido, miscelánea obstruida a la rivera de un
dialogo actual, re-incierto aporético y recién incluido en el “me bajo aquí”,
ante su rostro de espera en un semáforo en rojo.
Al bostezo su-pertrecho del elogio en
cause lecho y el suceso fundamentado, de un no-me-olvides, estoy aquí recién
descendido del sentadero colectivo esperando bien se desocupe un espacio para
no sentir tanto amontonamiento de sentidos, olores y voces, ruidos del pasaje.
Acaso desmedido el por-venir re-clasificaría la rejuntadera de nuevas versiones, para posibilitar un
encuentro pos-no-verse. El incrédulo acompañante de la dirección a donde se
dirigían los gestos vio rodar la lagrima ante el presente peatón desubicado,
parado allí entre autos y vendedores ambulantes, si tan solo era detener la
marcha ante el rojo vivo en la pupila, en el afuera, el desahuciado personaje utilizando
su desde-mona articulada y comenzó a gritar un nombre, quizás el de la
acompañante del auto gris metalizado, que ante la in-contenida indiferencia poso
su mano en sus frente como no queriendo ver, el “aquí me tienes en tu buzón de
olvidos y parte-citas de miradas “, que la tarde se acaba y la ilusión se
despedaza. Y el verde por venir que llegará en un instante, roído por lo
infrecuente del acto. Un ilusionista intento en un no menos acto de
infrecuencia la atavía cordial de los brazos y sujeto al alto parlante
in-amorato, por estafar al publico presente, sin sentido alguno de ubicuidad y cohesión, sospecha a la verdad, un loco de la realidad inmaculada de humos y
perdiciones cotidianas, un lagrimal poeta se descostillaba de risas en un cordón
de una bota sin nudo y el melonero de temporada socavaba entre mercaderías y supersticiones
del trafico ante el suceso infrecuente otra vez, que calamidad para los limpia – vidrios y sus recompensas,
en la repetición de ese no menos vicio
de contemporizar la locura y la desesperación de los ánimos que día tras día es
mas difícil encarrilar la pesada piedra del Mito.
GCz
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